El queso de Mahón, un imprescindible en cualquier mesa balear

El queso de Mahón, un imprescindible en cualquier mesa balear

La isla de Menorca es famosa por muchas cosas, pero una de las más deseadas es su queso de Mahón. Este queso, que ha sido elaborado durante más de 2000 años, es uno de los alimentos más emblemáticos de las Islas Baleares. Es un queso con denominación de origen protegida, lo que significa que está producido y elaborado de manera específica en la isla de Menorca.

Pero, ¿qué hace que este queso sea tan especial? ¿Por qué es un imprescindible en cualquier mesa balear? En este artículo, exploraremos la historia del queso de Mahón, su proceso de elaboración, su sabor y algunas de las mejores formas de disfrutarlo.

Historia del queso de Mahón

El queso de Mahón es uno de los quesos más antiguos de España. Se cree que su elaboración comenzó hace más de 2000 años, cuando los romanos llegaron a Menorca. Durante siglos, la elaboración del queso de Mahón se llevó a cabo de forma casera, sin embargo, hoy en día, se ha vuelto un proceso industrializado.

El proceso de elaboración tradicional implicaba el uso de leche cruda de vaca, cuajo y sal. La leche se calentaba y se agregaba el cuajo para cuajarla. Luego, la cuajada se cortaba en pequeños trozos y se removía para liberar el suero. Después de esto, se agregaba sal y se prensaba el queso en moldes. Finalmente, el queso se dejaba madurar durante un período de tiempo, variable según el tipo de queso que se quisiera obtener.

Proceso de elaboración del queso de Mahón hoy en día

Hoy en día, el proceso de elaboración del queso de Mahón ha cambiado un poco. Aunque todavía se utiliza leche de vaca, se ha incorporado tecnología y maquinaria en la elaboración del queso. La leche se pasteuriza y se trata con enzimas en vez de cuajo. Luego, la cuajada se corta y se coloca en moldes para prensarla. Los quesos se salan y, finalmente, se dejan madurar de 2 meses a 2 años, dependiendo del tipo de queso que se esté elaborando.

El sabor del queso de Mahón

El queso de Mahón tiene un sabor único y distintivo. Es un queso suave, con un sabor ligeramente ácido y salado. A medida que el queso madura, su sabor se intensifica, volviéndose más fuerte y picante.

Hay cuatro tipos diferentes de queso de Mahón: fresco, tierno, semicurado y curado. El queso fresco se consume el mismo día de su elaboración, mientras que el tierno se madura durante unos dos meses. Los quesos semicurados se maduran de tres a cinco meses, y los quesos curados se maduran durante más de cinco meses.

Formas de disfrutar el queso de Mahón

El queso de Mahón es una delicia para el paladar, y hay muchas formas de disfrutarlo. Aquí dejamos algunas recomendaciones:

- Solo: Uno de los mejores placeres es disfrutar el queso de Mahón solo, dejando que su sabor y textura se desplieguen en tu boca.

- En bocadillos o tostadas: La comida rápida es una buena opción para disfrutar del queso de Mahón. Puedes preparar un bocadillo o tostada con queso de Mahón y tomate fresco. Tendrás una cena rápida y deliciosa.

- Con pan y aceite: Otra forma sencilla de disfrutar el queso de Mahón es con pan y aceite de oliva. Puedes cortar en cubos el queso, y servirlo en un plato junto con el pan.

- Con miel: El queso de Mahón se convierte en postre si lo sirves con miel. La combinación de sabores es increíble.

Conclusiones

En conclusión, el queso de Mahón es un producto imprescindible en cualquier mesa balear. Es un queso con historia y tradición, que ha sido elaborado durante miles de años en la isla de Menorca. Gracias a la DOP (denominación de origen protegida), es un queso que se hace de forma específica en la isla, lo que lo convierte en un producto único.

El proceso de elaboración del queso de Mahón ha evolucionado con el tiempo, pero todavía se mantiene la esencia tradicional. El sabor de este queso es diferente en cada tipo según su proceso de maduración y nos ofrece distintas formas de degustarlo.

En definitiva, el queso de Mahón es una exquisitez que no puedes dejar de probar si te encuentras en las Islas Baleares, una joya gastronómica que se debe saborear al menos una vez en la vida.