Los talayóticos eran descendientes de las primeras poblaciones que llegaron a las Islas Baleares desde la península ibérica y el norte de África en el segundo milenio antes de Cristo. Su cultura se desarrolló de forma independiente de las civilizaciones contemporáneas del Mediterráneo, y se caracterizaba por su arquitectura monumental, sus rituales religiosos y su sistema de organización social.
Uno de los rasgos más distintivos de los talayóticos era la construcción de torres de piedra, conocidas como talayots, que servían como centros de vigilancia y defensa. Estas estructuras, de forma troncocónica y construidas con grandes bloques de piedra, se distribuían por toda la geografía de las islas y eran un símbolo de la poderosa presencia de esta civilización en el territorio.
En la isla de Mallorca, los talayóticos establecieron numerosos asentamientos a lo largo de la costa y en el interior, creando una red de comunicación y comercio que les permitía expandirse y fortalecer su influencia en la región. Los poblados talayóticos, que consistían en viviendas circulares construidas con piedra seca y agrupadas alrededor de un talayot principal, eran el núcleo de la vida comunitaria y económica de la civilización.
Además de los talayots y los poblados fortificados, los talayóticos también construyeron santuarios y necrópolis ceremoniales, como las famosas navetas y taulas, que eran utilizadas para rituales religiosos y funerarios. Estas estructuras arquitectónicas, que combinaban la funcionalidad con el simbolismo, son un testimonio de la sofisticación y la creatividad de la cultura talayótica en Mallorca.
En la isla de Menorca, los talayóticos también dejaron una profunda huella en la arquitectura y el paisaje, aunque con ciertas diferencias respecto a Mallorca. Los poblados talayóticos de Menorca eran más pequeños y dispersos, y destacaban por su localización en zonas elevadas y estratégicas, desde donde se podía controlar el territorio circundante.
Además de los talayots y los poblados fortificados, en Menorca se desarrolló un tipo especial de monumento funerario conocido como el "túmulo". Estas tumbas colectivas, construidas con grandes bloques de piedra y cubiertas con tierra y vegetación, eran lugares de culto y veneración para los talayóticos, que creían en la vida después de la muerte y practicaban rituales en honor a sus antepasados.
En las islas de Ibiza y Formentera, la presencia de los talayóticos también se hizo sentir, aunque en menor medida que en Mallorca y Menorca. En Ibiza, los talayóticos construyeron torres de vigilancia y fortificaciones costeras para protegerse de las incursiones de piratas y enemigos, mientras que en Formentera se establecieron asentamientos agrícolas y pesqueros que aprovechaban los recursos naturales de la isla.
En Ibiza y Formentera, los talayóticos también desarrollaron su propia forma de arte y cerámica, que se caracterizaba por su simbolismo geométrico y sus representaciones estilizadas de la naturaleza. Estas manifestaciones artísticas reflejaban la cosmovisión de los talayóticos y su relación con el entorno natural, que consideraban sagrado y lleno de significado espiritual.
A finales de la Edad del Hierro, la civilización talayótica comenzó a declinar debido a una serie de factores, como las invasiones de otros pueblos mediterráneos, las crisis económicas y sociales internas, y los cambios climáticos que afectaron a la producción agrícola. A medida que los talayóticos perdían poder y recursos, sus asentamientos fueron abandonados y sus monumentos cayeron en desuso, hasta que finalmente desaparecieron como civilización.
Sin embargo, el legado de los talayóticos perduró en la memoria de las generaciones posteriores, que admiraban su arquitectura, su arte y su organización social como ejemplos de creatividad y capacidad humana. Hoy en día, los restos arqueológicos de los talayóticos son uno de los principales atractivos turísticos de Baleares, y su estudio y conservación siguen siendo una prioridad para comprender mejor la historia y la cultura de estas fascinantes islas del Mediterráneo.